Siempre me había excitado esa hembra. Con una cinturita que se quebraba, al aire. Esos enormes pechos que se bamboleaban al caminar, queriendo escaparse de sus ajustados top de lycra. Esas provocativas minifaldas que mostraban sus piernas perfectas, bien formadas… tan, pero tan largas… infinitas, los pies, calzados siempre en tacos aguja. Y esto, hacía que su culito se elevara hasta alcanzar el cielo, y la erección de toda polla que sea digna de todo macho que posara sus ojos sobre semejante monumento. Sabía que vivía en el edificio de la esquina, había averiguado donde habitaba, en el Pročitajte više